viernes, 22 de octubre de 2010

Días de tren


El mes de octubre se consume inexorablemente. Para mí, este mes se ha apurado con la misma intensidad de esas colillas que queman hasta el filtro, con la ceniza manteniéndose en pie, negándose a caer. Y, a día de hoy, aún me quedan demasiadas tareas pendientes. Uno de los principales placeres ha sido plantarse en el asiento del tren que cada día, de lunes a viernes, me conduce de mi casa a Gijón y de vuelta al hogar por la tarde. El momento reservado a lecturas que me han apasionado y de las cuales pronto escribiré: "Recuerdos de un cine de barrio" de José Ángel Barrueco, tantas veces aplazado; la edición de Jesús Palacios "La plaga de los zombies..."; el sensacional "Perro como perro" de Edward Bunker que he devorado con pasión; las diversas novelas del detective Lew Griffin creado por James Sallis que publicara la editorial Poliedro y que adquirí a precio de ganga en la librería Magazine de Gijón,... el "Fiebre en las gradas" de Nick Hornby que aún no he terminado.

He tenido que aplazar varios proyectos y centrarme en quemar etapas y encargos con la mayor celeridad posible, lo que no siempre he podido conseguir. Pero mi trabajo me absorbe y, muchas tardes, tras bajarme del tren, lo único que me apetecía era reunirme con amigos en torno a unas copas de vino y una buena conversación en los locales habituales, el Taurus, la Antigua Estación o el Patio de los Naranjos.

Así se han sucedido los días, las semanas... Trabajo intenso en Gijón, canciones, músicas, más canciones, más músicas, con la satisfacción de disfrutar de lo aportado a, por ejemplo, el documental "Galardonados" donde ambienté musicalmente varios de los reportajes. Pude verlo ayer en TPA y me pareció un extraordinario documental y, desde luego, no es mi participación la que me inclina a decirlo (perdón por lo que pueda tener de vanidad la afirmación) sino el resultado final, visto a pantalla completa y no en los reducidos muros del ordenador del trabajo o en la sala de postproducción con varias pantallas como testigos.

Hoy viernes estoy tan cansado que pronto me iré a dormir. El tren cercanías me conduce al mundo de los sueños, allá donde el repleto autobús que transita, repleto, por las calles de Gijón hacia la torre de la Laboral, apenas me consigue llevar. Mi mundo sigue repleto de planes, de ilusiones, de algún momento para no borrar y hasta de algunos besos, abrazos y amaneceres que me gustaría repetir con ella otra vez. El otoño ha comenzado lleno de unas esperanzas que hace tan sólo unos meses apenas podía siquiera intuir. Y, a las puertas de un mes de noviembre tan repleto o más que este octubre que desgrana sus últimos pasos, sólo espero la venida de más nuevos trenes que, sin duda, van a llegar.

Manolo D. Abad