jueves, 6 de enero de 2011

Palabra de criminal















“No hay bestia tan feroz”
Edward Bunker
Sajalín Editores, noviembre 2009. 416 páginas.









"Stark"
Edward Bunker
Sajalín Editores, enero 2010. 208 páginas.









"Perro come perro"
Edward Bunker
Sajalín Editores, octubre 2010. 339 páginas.









Al cumplir los cuarenta, Edward Bunker (Los Ángeles, 1933- Burbank 2005) vio publicada su primera novela No hay bestia tan feroz tras otros dieciséis intentando conseguirlo. La tesitura vital de este hombre que se había pasado hasta ese momento más tiempo entre rejas que en libertad le mostraba dos caminos "sólo me quedaban dos soluciones: escribir o robar. Eran las dos únicas actividades que dominaba para obtener algo de este mundo", recordaba en una entrevista publicada en los años 90 en la revista francesa "Les Inrockuptibles". Haber tomado el camino de la literatura, nos permite disfrutar de un autor insólito en la serie negra, a la que imprime un brío, un vigor, una inédita fuerza vital inigualable. Bunker nos sitúa en el punto de vista del criminal, un mundo donde no existe la culpa, donde el pulso existencial, casi suicida, de vivir y apurar el momento hasta el último instante se impone sobre cualquier otra consideración.









No hay bestia tan feroz, dividida en tres partes, nos muestra la evolución de Max Dembo tras salir de la cárcel y cómo las circunstancias vitales le conducen a volver a las actividades criminales que se había prometido no realizar al salir de prisión. La fuerza del destino se manifiesta en toda la obra de Bunker y, en esta obra, es donde con más nitidez se impone a pesar de sufrir el acoso de su implacable agente de la condicional Joseph Rosenthal. La intransigencia de éste acabará por llevar a Dembo al camino delictivo que trataba de eludir. Ésta fue la sexta novela que Bunker terminó y la primera que vio editada tras diecisiete años de perseverancia. Llevada al cine por Ulu Grosbard bajo el título de "Libertad condicional" –tal y como se editó por primera vez en España en 1978 por Argos Vergara-, con protagonismo de Dustin Hoffman, acierta en mostrar todo el entorno del criminal que no puede escapar de su pasado, pero que corre en pos de un futuro donde prime el rabioso instinto de libertad que guía a Dembo. Crudeza sin romanticismo, con la integridad de quien ha vivido su existencia al límite y rehuye todo moralismo.










Stark fue descubierta en 2005, poco después de la muerte del escritor angelino, y fue, probablemente, escrita entre finales de los 60 y principios de los 70. Ambientada en los primeros años de los 60 en una California que retrata con la visión de un maestro, está plenamente influida por el existencialismo. Estafador y yonqui, que gusta de los trajes caros, los coches rápidos y las prostitutas de alto standing, Stark es el personaje ideal para que Bunker pueda mostrar ese mundo real donde no existen los buenos ni los malos, lo blanco o lo negro. Y, en ese gama de grises teñida de un fatalismo existencial que lo emparenta con los autores franceses de serie negra, tanto literarios como cinematográficos, como un americano dotado para ensimismarnos con la pericia de los grandes polares de Jean-Pierre Melville, Alain Corneau o Jose Giovanni, es donde brilla esta gran novela, alejada de estereotipos y plena de carácter.





Perro come perro es la tercera de las novelas que la editorial barcelonesa Sajalín ha publicado. En este mes de enero editarán The Animal Factory, que llevase a la pantalla Steve Buscemi. El mundo del cine se sintió atraído por este escritor criminal, quien quedó satisfecho con la adaptación que Andrei Konchalovski hizo de El tren del infierno (1986).





Perro come perro -publicada originalmente en 1995- permite a Edward Bunker mostrar los cambios tanto sociales como geográficos de la costa californiana. Un trío de delincuentes que se conoció en la adolescencia vuelve a reunirse para nuevas y, mucho más, peligrosas aventuras. Bunker elabora un vigoroso muestrario de las tres personalidades: la atormentada del chiflado «Mad Dog» (Perro Loco), psicopático, extremada e imprevisiblemente violento, sin remordimientos de ningún tipo, pero leal, al carismático Troy Cameron -nexo entre todos- a quien también venera Charles «Diesel» Carson, tipo brutal que ha conseguido estabilizarse con mujer y niño sirviendo a la mafia de los sindicatos de transportes norteamericanos. La salida de la cárcel de Troy será el detonante de una aventura suicida, narrada con la trepidante prosa marca Bunker. Tan precisa como incisiva, estimulante y adictiva. Sin falsos romanticismos, supera los límites de los reconocidos clásicos y hasta al mismísimo Jim Thompson, uno de los pocos autores que se atrevió a llegar a los lugares más oscuros y ocultos de lo «noir».





Ahora que la novela negra ocupa el lugar de la histórica en el ranking de la siempre casquivana moda; ahora que muchos de los oportunistas que se lanzaron a relatarnos con todo lujo de absurdos detalles vidas cotidianas que jamás llegaron a conocer (y, lo que es peor, que jamás serán capaces de recrear con fiabilidad) en ese estúpido y falaz afán «histórico», empiezan a virar hacia las historias criminales y de serie negra, bien harían en empaparse de este autor, pleno de literatura viva, veraz e indomable. La obra de un autor enorme, con el impulso de los supervivientes que han salvado el pellejo entre balas y han encontrado su lugar en las letras. Vibrantes letras.





MANOLO D. ABAD

Publicado en el suplemento "Cultura" del periódico "La Nueva España" el jueves 6 de enero de 2011 http://www.lne.es/cultura/2011/01/06/palabra-criminal/1016318.html