sábado, 28 de mayo de 2011

Diario del festival Primavera Sound 2011 (IV)








"Indignació"




Viernes 27 de mayo de 2011



Nos desayunamos con las imágenes de la violencia policial en la Plaza de Catalunya contra los allí acampados y la palabra "indignació" será la que aparezca en letreros improvisados en muchas de las camisetas de los asistentes y también en un par de carteles repartidos en el recinto festivalero. Poco más que comentar con lo que bien resume esa palabra. "Indignació". Me llega un mensaje en el que se insta a que el 30 de mayo todos saquemos 155€ de nuestras cuentas bancarias (los que tengan esa cantidad, claro) a modo de una nueva protesta. A ver cómo sale...



Matamos el tiempo de espera a The National, a los que esperamos con ansia viendo primero un poco de Avi Buffalo, que culminan su concierto con brillantez y oficio. Del escenario San Miguel, el principal, nos trasladamos al Ray Ban donde The Monochrome Set desafían al sol y al pasado. La banda encabezada por el hindú Bid se ha vuelto a reunir como tantas otras tratando de reverdecer viejos laureles con su peculiar pop, trufado de una psicodelia que queda delatada en la camisa y el pañuelo que luce el canadiense Lester Square. No suenan excesivamente convencidos y se les acumulan los problemas: saturación de graves constante, la guitarra de Bid que deja de sonar... De modo que su resurrección se queda en un poco convincente concierto. Regreso al escenario principal para ver a M. Ward, al que le he perdido la pista en los últimos años. Su indie-folk de raíces americanas se despliega a dos baterías, resultón y con un tramo final un poco más eléctrico, sin que, en ningún momento, Ward se quite sus gafas oscuras (¿resaca?).



El momento de The National se acerca. Antes me encuentro con el periodista musical Nando Cruz, a quien hace años que no veo. Queda en enviarme el libro que acaba de publicar sobre Los Planetas. Las oleadas de gente en dirección al escenario Llevant -en la otra punta del recinto del Fórum- hacen presagiar un lleno hasta la bandera. Colas interminables para las cervezas y en los servicios y a buscarse un buen hueco. El sistema ya funciona pero sólo se emplea en unas pocas barras. En las otras ha habido que recurrir al dinero puro y duro y también se han podido ver más colas para la devolución de lo que muchos habían cargado en sus tarjetas.



La noche va desplegándose sobre Barcelona cuando The National toman las tablas ante el enardecimiento del público. No cabe un alfiler y se tiene la constatación de que este va a ser uno de los grandes conciertos del festival. Los estadounidenses han tenido que trabajárselo durante muchos años sin que nadie mostrase el interés que se ha desbordado con su quinto álbum "High Violet", el que, por fin y con gran merecimiento, les ha encumbrado a lo más alto. Escuchar el "Bloodbuzz Ohio" en las gargantas de todos los asistentes es la señal de que este concierto será inolvidable. The National se encuentran en ese momento dulce en que coinciden su propio estado de forma y la comunión con un público deseoso de sus canciones. Que las tienen, muchas y muy buenas. A veces, los caminos retorcidos son los mejores, penar en desiertos de incomprensión hasta lograr el reconocimiento y que este logro ya no les abandone más. De momento, reforzado por un trompeta y un trombón, el quinteto despliega todo su mejor hacer con la permanente figura de Matt Berninger haciendo suyo el escenario, moviéndose como un león enjaulado por él, brindando constantemente con vino por saber que su momento ha llegado. Para el final se reservan el momento festivalero para el recuerdo: si el jueves Nick Cave se había dado un baño de multitudes bajando a cantar con la audiencia, Matt Berninger no se conforma sólo con estrechar manos sino que se baña -literalmente- en la multitud, cantando con su cuerpo en horizontal sobre el de una masa enardecida un "Terrible Love" para el que el adjetivo "intenso" se queda corto. A diferencia de las recreaciones de oscuridad de Interpol, The National construyen nuevos argumentos y abren nuevos caminos, tanto en las aportaciones estilísticas como en el desarrollo de las canciones y, por supuesto, en la expresión que de las mismas marcan, con las guitarras desbocadas y Berninger desgañitándose, otorgando credibilidad a un todo sensacional.




Tras esto, buscamos reponer fuerzas entre un tránsito de multitudes y hacia el escenario ATP, que varios minutos antes ya muestra su grada repleta, lo que también ocurrirá después con todo el recinto. Un pequeño guiño a los indignados con una pequeña tormenta guitarrera y vuelta a ese rock ensimismado que pierde en las grandes afluencias como las de este festival. Acaba recomendando la familia, lo que nos deja un poco perplejos a todos, el primero uno de sus grandes fans, mi colega Quico Alsedo (El Mundo) que no podía faltar a una cita como la barcelonesa.




Otro de los momentos esperados es el de Deerhunter, quienes con su sensacional "Halcyon Digest" han marcado uno de los trabajos más interesantes y memorables de los últimos meses. La banda encabezada por el cadavérico Bradford Cox (quien padece el síndrome de Marfan)no defrauda con un show pleno de guitarras que tejen un muro donde la psicodelia llena de sensaciones el escenario Llevant. Momentos de hipnótica intensidad de una de las mejores formaciones que uno ha tenido la suerte de ver en los últimos tiempos. En progresivo ascenso y, además, con grandes argumentos en forma de unas canciones que ganan con el contacto en directo. Han coincidido con Explosions in the Sky, pero no lo lamento en absoluto. Hasta me da tiempo a ver el tramo final de Shellac que han logrado encender los pogos entre el público de las primeras filas con su bloque armado de hormigón de rock insobornable.


Intentar acceder al atestado recinto San Miguel, donde Pulp daban carta de naturaleza a su reunión es misión imposible. Mejor para mi espalda, que ya empieza a darme algún problema. Hemos de seguirlo desde una esquina donde también podemos echar un ojo a la pantalla. El personal levita con un Jarvis Cocker que no se está quieto y que no deja hit sin tocar desde "Disco 2000" hasta "Common people". Ya sabemos quien va a ser el elegido por la prensa diaria para las crónicas de este día.


El cansancio comienza a hacer mella mientras esperamos a que salten Battles, nada del otro jueves la verdad, pero que consiguen que todo el público de Pulp se dirija al RayBan. Salgo a la mitad del concierto en espera de que los transportes públicos empiecen a funcionar a eso de las 5 de la mañana. Entramos "a la japonesa" en el tranvía y después metro hasta llegar al ansiado hotel para un descanso que nos vendrá bien para afrontar la jornada del sábado, con mucha y buena miga.


MANOLO D. ABAD