martes, 2 de octubre de 2012

Entrevista con Blues & Decker


BLUES & DECKER
«Nadie quiere ir a un concierto de blues para ver el mismo show»

El cuarteto gijonés Blues & Decker ha sorprendido a propios y a extraños con su intensa revisitación del blues. Tras un intenso trabajo de conciertos, ahora les llega el momento de su primer álbum “Stealin´ the blues”.
-Contadnos un poco la historia del grupo.
Pues un día como otro cualquiera Guzmán le preguntó a Gustavo si le apetecía hacer algo de Blues, sin más. Gustavo había coincidido con Kike y Ludwig en otras formaciones y los llamó para hacer una reunión y centrar el concepto del grupo. El primer día con instrumentos nos dimos cuenta de que el asunto apuntaba maneras, así que lo tomamos más en serio y nos pasamos un año ensayando, hablando de música y, en definitiva, haciendo grupo. Pasado ese año grabamos alguno de los temas del repertorio para poder enseñarlos y conseguir conciertos, y desde el debut en el Savoy nos fueron llegando continuamente conciertos en los que fuimos afinando cosillas y ajustando el sonido hacia el que tenemos en la actualidad. Últimamente hicimos un pequeño parón para trabajar en el disco y en ello estamos ahora, vuelta a la carga en directo y con ganas de enseñar la criatura.
-Resulta un poco extraño, en estos tiempos, encontrarse con una banda de devotos del blues, ¿qué es lo que os empuja a esta música?
Diríamos que la razón es que es una música que sale del corazón. Y no pretendemos hacer esa estúpida distinción entre técnica y sentimiento porque deberían estar las dos siempre presentes, pero sí que existe una preferencia a que el músico saque lo que tiene dentro en cada momento. Es una música en que la interpretación es vital, a veces ocurren gritos desafinados pero desgarradores, intensidades mayores o menores de las que cabrían esperar que te ponen a aullar, o pensamientos que se van cruzando por la cabeza y que entran en una improvisación para que todo cuadre con el estado de ánimo del momento. Esos detalles hacen que el espectador pueda sentirse especial porque está viendo algo que puede que no se repita. Y luego claro, a mayores, está la importancia capital que ha tenido en la evolución de la música pop-rock del siglo XX, tiene mucha enjundia e historia que conocer.
-¿Es algo tan especial el blues que sólo puede tocarse bien dejándose el alma?
Lo evidente es contestar que sí pero la pregunta puede complicarse, porque puede haber muchas forma de dejarse el alma... Hay gente que se la deja ensayando durante años 8 horas al día, conociendo todas la técnicas posibles del estilo y luego no se les respeta de la misma forma que a los que fueron al cruce de caminos a tener negocios con el diablo [risas]. Está claro que hay que poner toda la carne en el asador y que no puedes (como se hace en otros estilos) asegurar y ser correcto para conseguir comunicar. O sea, nadie quiere ir a un concierto de un grupo de Blues por segunda vez y ver exactamente el mismo show.
Ahora bien, con distintos niveles de aceptación, a los cuatro nos gusta cierta música actual. Y se escuchan críticas por parte de los puristas que nos parecen injustas por, al parecer, no sonar como "debería ser" el Blues. "John Mayall canta como una vieya", "Bonamassa es todo técnica pero no tiene feeling ninguno", "John Mayer hace pop para niñas"... El Blues (como todo) tiene que evolucionar, y eso se consigue abriéndose. Desde guitarristas estudiosos que quizás se mueven menos que un palo pero te están dando lecciones de Blues en cada fraseo, hasta grupos que juegan a romperlo y acaban haciendo ruido. Todo cabe y todos se están dejando el alma en ello, es lo bueno de las músicas de raíz.
-Sois una banda que se ha dejado ese alma en los conciertos, ¿es ese vuestro medio natural?
Por supuesto, lo que nos pone es el directo. La realimentación por parte del público es instántanea, y hacer por ejemplo una bajada de intensidad y escuchar gritos y aplausos en ese momento no tiene nada que ver con que alguien te diga que le ha gustado el disco o que lo hicimos bien después de un concierto. Como no, se agradecen muchísimo todas las formas de interacción con el público, pero la que ocurre durante el concierto es única y tremendamente adictiva.
-Habéis grabado con el sello vasco Gaztelupeko Hotsak, ¿cómo surgió ese contacto?
Bueno, pues la verdad es que fue directamente. Mandarles un mail, ellos nos rastrearon un poco por internet, luego llamadas, Kike andaba por la zona y les fue a visitar un día... El circuito del Blues en España no es demasiado grande y entendemos que los que intentamos andar por él deberíamos conocernos y apoyarnos... y dado cómo fue, probablemente ellos piensen lo mismo. Toda la gente que los conoce nos habló muy bien de Gaztelupeko y el hecho de ser una institución en el mundillo bluesy nos convenció a dar el paso. Le echamos un poco de morro y parece que el proyecto les gustó.
 
-La grabación se registró en los estudios de un histórico como Juan Martínez (Los Ruidos) y contásteis también en la producción con otro gran nombre del rock asturiano como Marcos Montoto (The Real McCoyson), ¿cómo se desarrolló todo?
De fábula. Todo el mundo que los conoce se lo puede imaginar, desde el primer momento conseguimos esa sensación de cercanía necesaria para poder estar cómodos y que todo fluyera. Si llegas la primera mañana y acompañas el café con un poco de orujo que trajo Montoto mientras Juan te va contando todo tipo de historias obscenas del fin de semana pasado, te queda claro que no existirá ningún tipo de tensión y que puedes exponer toda duda o idea que surja sin miedo a reacciones estiradas. En el apartado técnico, y también el primer día, Juan nos dejó asustados con el sonidazo de la batería y Montoto con el de las guitarras con esos amplis vintage que se gasta. Además, a Juan le habíamos pasado la maqueta y Montoto fue algún día por el local de ensayo y a los dos les gustaba por dónde íbamos. O sea, que aún no habíamos grabado nada y tanto ellos como nosotros sabíamos que íbamos a quedar contentos con el resultado. El resto fue dejarse ir.
-Incluís dos versiones muy diferentes: una con mucho color –el “Shame shame shame” de Jimmy Reed- y otra más oscura –el tradicional “John The Revelator”-. ¿Es representativo de lo que ofrecen Blues & Decker: un lado brillante y otro más oscuro?
Exactamente. El nombre del grupo salió casi de broma, nos veíamos tocando algún clásico de una forma tan macarra que surgió la idea de "os daremos Blues a ritmo de taladro eléctrico." Pero según íbamos aumentando repertorio nos dábamos cuenta de que había temas muy finos también, de ahí que hayamos ido profundizando más en el tema de la dualidad. Te daremos Blues, te daremos Decker. Es más, hubo una época en que separábamos en dos partes cada bolo, pero la segunda se volvía demasiado oscura y creímos que era mejor ir alternando y jugando con el equilibrio.
-Siempre que se habla de blues está presente la tradición, pero, ¿qué creéis que podéis aportar, dónde está el secreto y la magia de Blues & Decker que comunica tanto?
La tradición es imprescindible conocerla y disfrutarla pero ¿hasta dónde llega la tradición? ¿Ese bluesmen rural del Delta con una acústica haciendo Folk americano? ¿Esa banda ya numerosa de Rhythm & Blues tocando en Beale Street? ¿El Electric Blues de Chicago? ¿A la invasión británica entonces no se le deja que sea auténtico Blues? Lo que ofrece Blues & Decker es una absoluta falta de respeto a las tradiciones, convenciones y normas. Nos gustan, nos interesan, y creemos que en el fondo se nota, pero lo que nos sale es lo que nos quema dentro en cada momento porque no se puede ni queremos controlarlo. Todo ello encima, soportado por un sonido compacto y muchas ganas de farra que creemos se contagian.
 
MANOLO D.ABAD
 
Esta entrevista se publico en una versión más reducida en el diario "La Nueva España" de Gijón el martes 2 de octubre de 2012. http://www.lne.es/gijon/2012/10/02/nadie-quiere-concierto-blues-ver-show/1305860.html