domingo, 3 de febrero de 2013

Algunas lecciones de la Historia que no evitan que la historia se repita



Es curioso como no hace falta remontarse mucho en la Historia de España para ver cómo se repiten -con sus pequeñas variaciones- los errores del pasado. Corregidos y aumentados. Busquen, busquen, no hace falta bucear mucho. Se lo voy a poner fácil, busquen en la wikipedia -lo más socorrido- no hace falta que me remonte a los tres volúmenes esenciales de "La España Contemporánea" de José Sánchez Jiménez. Veamos la wiki:

El Reinado de Alfonso XII (1875-1885): el turno de partidos.

Cánovas diseñó un sistema basado en el turno pacífico de dos partidos en el poder. El Partido Conservador, dirigido por el propio Canovas del Castillo y heredero del moderantismo, y Partido Liberal, liderado por Sagasta, al que se unirán progresistas y demócratas del Sexenio. Sagasta a menudo hablaba como un progresista radical, pero actuaba de una manera moderada y pragmática.

El sistema de turno tuvo la gran virtud de garantizar la alternancia pacífica en el poder, poniendo fin durante un largo periodo al intervencionismo militar y a los pronunciamientos. Sin embargo, el turno fue un puro artificio político, destinado a mantener apartados del poder a las fuerzas que quedaban fuera del estrecho sistema diseñado por Cánovas: las fuerzas de izquierda, el movimiento obrero, los regionalismos y nacionalismos.

El turno en el poder no era la expresión de la voluntad de los electores, sino que los dirigentes de los partidos lo acordaban y pactaban previamente. Una vez acordada la alternancia, y el consiguiente disfrute del presupuesto, se producía el siguiente mecanismo:

  • El Rey nombraba un nuevo Jefe de Gobierno y le otorga el decreto de disolución de Cortes
  • El nuevo gobierno convocaba unas elecciones completamente adulteradas, “fabricaba” los resultados mediante el “encasillado”, la asignación previa de escaños en los que se dejaba un número suficiente a la oposición.

Este sistema de adulteración electoral no fue único de la España de la época, el “transformismo” en Italia y el “rotativismo” en Portugal fueron sistemas similares.

¿Han conseguido llegar hasta aquí? ¿No les suena todo esto?
Desde hace unos (muchos) años en España el bipartidismo es el que manda. Con la variable de la inclusión de los partidos nacionalistas como "balanza" para que ese sistema bipartidista se haga más fuerte, para que la gangrena actual de corrupción generalizada crezca. Sólo hay que esperar a "que te toque tu turno". Entre tanto, la solicitada reforma electoral sigue siendo negada por los dos grandes partidos, aún a pesar de que tengan que pactar, en ocasiones, con los nacionalistas que, sirviéndose de la ley D´Hondt, obtienen una mayor representatividad que otros partidos con más votos (la perpetua sangría que padece IU, por ejemplo). Enquistados en el sistema, los dos grandes partidos obvian la incongruencia de esta ley electoral y se enfrascan en un partido de tenis en que cada golpe evita reconocer los propios errores tratando de eludir su propia responsabilidad. En este intercambio de ficticios golpes del "y tú más" lo que se consigue es estimular los ánimos de sus bolsa de votantes y simpatizantes, para que el turno siga vivo... Y así seguimos, con la corrupción campando a sus anchas mientras nadie reconoce que es generalizada; que la clase media -verdadero motor del país- va extinguiéndose para convertirse en clase baja, el número de parados aumenta y con ello la economía sumergida (díganle a alguien que tiene que pagar sus facturas que no acepte un "chollo") aumenta con el consiguiente retroceso para el país. ¡Ah, y que los caciques y el nepotismo regresan con mayor fuerza que nunca! 

MANOLO D. ABAD