sábado, 5 de octubre de 2013

Pasando por el aro


Vetusta Blues. –

“Pasando por el aro”


Han transcurrido treinta años, pero el recuerdo aún se conserva vivo en la memoria de muchos, que quedaron definitivamente enganchados por la magia del básket. Los hados se conjugaron para que Real Madrid y Barcelona empataran a todo lo posible en la Liga de baloncesto de la temporada 1982-83 y que se hiciera necesario un insólito desempate a celebrar en una localidad equidistante de las dos poblaciones más habitadas de España. Por mor de la casualidad (y del esfuerzo de la Federación Asturiana de Baloncesto), el partido se celebró en Oviedo y allí acudimos un grupito de casi adolescentes a animar al equipo que nos había enganchado en esos mágicos Torneos de Navidad, tradición que aficionaba al conjunto blanco y a ese deporte con la voz del malogrado Héctor Quiroga.
Treinta años después de una travesía en el desierto plagada de historias fallidas, la ciudad de Oviedo está a un solo paso de la anhelada ACB. Sí, es cierto que la competición está ya casi cerrada –de hecho esta temporada no se han producido ascensos- pero también que la liga profesional de básket se encuentra en un momento de cambios que se antoja crucial. En ese contexto cobra aún más valor y significado la tarea que han llevado cabo desde el Oviedo Baloncesto en estos últimos años: un trabajo sensato, honrado, de largo recorrido. Nada de edificar la casa desde el tejado, como se quiso desde el ayuntamiento ovetense a finales de los 80, con aquel Tradehi Oviedo de la entonces denominada 1ªB que llegó a fichar a una superstar como Sly Williams, quien arribó a la ciudad más interesado en la efervescente noche azul y en perseguir líneas blancas que en centrarse en el juego y el balón. Williams acabaría en el trullo años después, en una de esas vidas que un buen escritor de serie negra podría hacer brillar, otro juguete roto más, el denominado garbage man (“basurero”, como la canción de los Cramps).
Con paciencia, consolidando un proyecto desde sus cimientos (un extraordinario trabajo desde la base), sin prisas pero sin ninguna pausa, con humildad y sin propaganda (algún dirigente municipal debería apuntarse a este sistema), con mucho conocimiento de causa y en una labor tan exhaustiva que hasta ha descubierto para la todopoderosa ACB a dos jugadores como Ian O´Leary y Will Hanley, lo del Oviedo Baloncesto es el milagro de aquel que trabaja sin pensar en los resultados a corto plazo, con constancia y sabiduría. Aunque los frutos ya hayan llegado, para sorpresa de todos, en una LEB Oro donde toca consolidarse y que los aficionados al básket estemos ahí. Se lo han ganado a pulso, como los grandes, sin que nadie les regalara ni un centímetro del espacio que ahora ocupan.

MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 5 de octubre de 2013