lunes, 3 de febrero de 2014

Urgencias


Crónicas de Vestuario. –
“Urgencias”

Otra derrota más, una nueva decepción en casa, lo que ya está suponiendo un lastre demasiado grande para un equipo que, en esta ocasión, mereció un mejor final. Pero las urgencias del Real Oviedo exigen unos resultados que en el Nuevo Tartiere no terminan de llegar. Enésima oportunidad desperdiciada y nueva tormenta sobre la entidad, justo lo que menos se necesita para alcanzar el ascenso, que cada vez se parece más a la búsqueda de Eldorado por Lope de Aguirre. Quizás haya que llamar a Werner Herzog para filmar esta desesperada epopeya azul, envuelta en una inexplicable locura que sólo podría transmitir el rostro turbador de Klaus Kinski. Esta tarde se vio a un equipo que lo buscó pero que no tuvo remate.

La mañana del desgraciado medio partido a puerta cerrada frente al Rácing de Ferrol, comentaba con mi compañero Ramón Julio García la necesidad de una victoria aplastante en casa para alcanzar la seguridad de la que lleva adoleciendo el equipo azul en esta temporada en su estadio. La goleada llegó, pero a domicilio. Y son esos goles, esa capacidad de anotar y machacar lo que le falta a este Real Oviedo ante su público. Y las necesita, porque cada minuto, cada jornada que pasa es una menos en esta cuenta atrás. Urgencias, no ansiedad. Una urgencia perentoria, desesperante, que parece imponerse sobre cualquier otro argumento, sobre cualquier explicación lógica que aclare el porqué de esta incapacidad para vencer ante su hinchada.

Ahora que el Grupo Carso ha tomado las riendas, aunque a mi amigo Pablo Moro no le guste mucho, ya no quedan más excusas, más dudas. La seguridad institucional debe transmitirse a todos los estamentos del club y desprenderse de todo complejo, soltarse. No perderse en el “chau, chau” que popularizara Luis Aragonés como sinónimo de “bla, bla, bla” y ganar, ganar, y ganar y ganar y ganar. Y eso pasa por crear ocasiones de gol. Con un Diego Cervero que jugó de cara a portería brindando múltiples espacios a sus compañeros, como el legendario Horst Hrubesch -aquel tanque del Hamburgo-, el once azul fue incapaz de terminar la mayoría de las jugadas con un disparo a puerta. En las escasas ocasiones en las que lo hizo, se rozó el gol ante un conjunto gallego que venía de una racha negativa y con problemas de meses sin cobrar. Pero llegaron a otras “urgencias”, las de este equipo que parece reanimar a quienes llegan casi muertos, y se cumplieron los peores presagios.

La temporada regular es larga pero mientras la victoria en el propio terreno siga siendo un lastre, poco podremos alimentar la esperanza de alcanzar el anhelado ascenso. Cada vez quedará menos tiempo, cada vez habrá más urgencias y cada vez más nos sentiremos como el ofuscado Lope de Aguirre a la busca de un inalcanzable Eldorado.


MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el lunes 3 de febrero de 2013