domingo, 10 de mayo de 2015

La ciudad de los parkings vacíos


Vetusta Blues. –
La ciudad de los parkings vacíos”

Las ruinas, los desolados espacios vacíos, los parajes desprovistos de alma –todo hormigón y futuro óxido- son los testigos mudos de unos tiempos donde la codicia, la avaricia y todo tipo de manejos encontraron su peculiar paraíso en un Oviedo arrasado por las mentiras de un supuesto cerco, combate amañado a unos cuantos asaltos que acabó en el gran tongo del arreglo de los palacios. Tiempo habrá para revisar semejante latrocinio, tanta acumulación de mentiras (o, aún peor, de verdades a medias) que han conducido al marasmo económico a la ciudad, al bloqueo de un desarrollo que hoy se presenta diáfano para crear una nueva ciudad sobre las ruinas de la especulación más cutre.

Pero aún nos quedan esos mudos testigos que hablan con el mismo rumor que un leve viento en un cementerio. Probablemente Espronceda o Bécquer podrían exponer con su poesía el aroma de muertos en vida que se cierne sobre esta ciudad de párkings vacíos, con un subsuelo hipotecado en absurdas operaciones donde sólo perdía lo público en beneficio de lo privado. Nos queda el pequeño consuelo de que el tesoro de todos los ovetenses –el Campo de San Francisco- no haya sido horadado para crear más plazas vacías de aparcamiento.

En otros lugares fueron las playas, con cientos de miles de apartamentos inútiles que destrozaron vistas y enriquecieron a los más avispados ¿empresarios? Aquí, sin mar, sólo quedaba sacar partido del subsuelo, que las necesidades de los ciudadanos son las que son. ¿O no era así? No, no era así. De casi siete mil –sí, siete mil- plazas construidas, a día de hoy sobran casi la mitad. No se han vendido. No son necesarias. No interesan a nadie más que a quien las construyó y a los que sacaron tajada de su puesta a la venta. Una ciudad de inútiles aparcamientos vacíos. Una ciudad de inútiles monumentos de óxido y hormigón a la mayor gloria de la codicia desmedida, del insulto a las necesidades básicas del ciudadano. ¿Para qué este empeño en construcciones absurdas e inútiles? ¿Por qué se ha hipotecado con pertinaz empeño el futuro de la ciudad? Preguntas que quizás debamos hacernos todos los ovetenses de bien a la hora de pasar por las urnas –nuestra única posibilidad de que los responsables rindan esas cuentas nunca explicadas con claridad y que ahora pasan por el circuito de tribunales, esperemos que no en vano- en ese momento crucial en el que muchos de sus responsables miran para otro lado, silbando un extraño réquiem con la esperanza de lavarse las manos y seguir expoliando los recursos de la ciudad, mientras se abren tantas posibilidades para que Oviedo crezca de una forma responsable.

MANOLO D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el sábado 9 de mayo de 2015