miércoles, 9 de diciembre de 2015

Oviedo-Pekín


Vetusta Blues. -

Oviedo-Pekín”


Por si ya no estuviera suficientemente animado el tema político municipal en la ciudad, este largo fin de semana de puente vino un hecho más a añadirse a la lista de asuntos a tratar: la contaminación. Todo a cuenta de unos niveles de polución que sobrepasaban con creces los admisibles. Casi, casi, como si nos encontráramos en Pekín. Mi recuerdo de varios días en la capital china, en noviembre de 1999, fue el de una urbe descomunal envuelta en una niebla que no se sabía muy bien si procedía de la contaminación o de la propia época del año. Quizás de ambas cosas. Era China un lugar excitante en un momento de cambio económico que aún no se reflejaba mucho en unas costumbres que, transcurridos tres lustros, han uniformado a esa sociedad como cualquier otra occidental más. Entonces sí se apreciaban diferencias, aún les quedaban por llegar los nuevos ricos, los parásitos de las especulaciones salvajes y las grandes desigualdades. Precisamente, al mismo tiempo que Oviedo, Pekín daba la alerta roja por contaminación. ¡Cómo estarán allí los niveles vista la resistencia china a asumir cualquier medida ecológica!

Cuarenta y tres horas han permanecido cerrados los accesos a Oviedo por la autopista “Y”, en una medida tomada a instancias del gobierno del Principado de Asturias debida, supuestamente, al tráfico. Y aquí empiezan los dislates: si fuera a causa del tráfico de automóviles, las sustancias contaminantes serían dióxido de nitrógeno cuando lo que se ha hallado ha sido azufre, con casi total probabilidad proveniente de una planta química, de una cementera o de una planta de coque. ¿Qué sentido tiene, entonces, cortar el tráfico? ¿Y por qué ahora cuando ya se había alertado de un “inusual” y “llamativo” nivel de los registros contaminantes hace un mes en el Naranco y en la Corredoria a través de la Coordinadora Ecologista de Asturias? 
 
Bien parece que, en este caso, no se trata de alarmas infundadas y que la realidad es un Oviedo contaminado. No sé si en el camino de Pekín, claro, en el que hay que andar con mascarilla por las calles. Lo que parece también claro es que esa polución no procede del tráfico automovilístico sino de otras actividades industriales que, casualmente, tienen lugar en el entorno de la ciudad: planta química, una cementera o una planta de coque. No hace falta señalar mucho ni rascarse la cabeza para saber de su procedencia con nombres y apellidos.

Aunque la protección del medio ambiente suela tomarse a broma, aunque contemplemos cómo se acaba con las energías renovables de un modo absurdo dado que España es rica en ellas, aunque todo esto parezca una conspiración propia de un capítulo de “Expediente X”, bien harían los responsables de la ciudad en ponerse manos a la obra para que Oviedo no se equipare a Pekín en sus niveles de polución. En poseer una calle de cuarenta y cinco kilómetros como la de la capital china no se parece, por fortuna, y tampoco quisiéramos que lo hiciera por una atmósfera imposible para que el ser humano sobreviva.

MANOLO D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el miércoles 9 de diciembre de 2015