miércoles, 13 de enero de 2016

Cuestión de tiempo


Vetusta Blues. -

Cuestión de tiempo”


El tiempo corre en dos dimensiones completamente distintas en la política municipal ovetense. A favor del tripartito, que camina hacia una consolidación cada vez mayor de sus acuerdos; en contra de la oposición, los destripadores del “destripartito”, los destronados tras veinticuatro años de campar a sus anchas por la ciudad. Podrán hablar de “ideas felices” supuestamente vendidas por la prensa -algo curioso cuando la lista de ocurrencias en estos doscientos ochenta y ocho meses de régimen bien podría llenar un libro- pero lo cierto es que no hay caos y, por mucho que desde algunos medios afines se les trate de animar, el acuerdo continúa. Y cuanto más tiempo transcurra, peor para los destronados, claro.
 
Hemos vivido seis meses de tal acoso, bien apoyado desde diversos frentes, que casi salíamos a escándalo por día. Escándalos imaginarios, estos sí que sólo trataban de socavar los cimientos de una unión a tres bandas siempre dificultosa. Aunque sea la democracia la que exige llegar a acuerdos entre diferentes fuerzas muchas veces, esta máxima les resulta difícil de entender a quienes han pasado el rodillo por la ciudad a lo largo de más de seis mil días sin ningún tipo de control. 
 
Entre los muchos lastres heredados está esa normativa de las terrazas que, ciertamente, resulta de una complejidad que ni los propios responsables de llevarla a cabo la entienden. Si no se entiende, imagínense ponerse a aplicarla. Queda ahora en las manos del nuevo gobierno solucionar un nuevo marrón más que añadir a la larga lista que se han encontrado en estos seis meses. Habría que preguntarse dónde estaba ese caos que anunciaban los destripadores del “destripartito”. Si en su herencia: Asturcón, el spa del Naranco, la normativa de las terrazas, los contratos firmados apresuradamente en el tiempo de “alcaldía en funciones”; o en su compleja resolución contrarreloj y, uno añadiría más, contra la presión de muchos de los voceros especializados en despertarnos cada día con un nuevo escándalo.

El tiempo transcurre y llegan los presupuestos. Los meses pasan y cada vez más se va descubriendo que ni caos ni desgobierno ni escándalos diarios. También aparecen, a veces con lentitud exasperante, algunos de los demonios escondidos bajo la alfombra en estos veinticuatro años. Otros se tapan con gran dificultad. Pero el tiempo, mientras, sigue marcando unas horas que corren contra quienes se creyeron por encima del bien y del mal, haciendo y deshaciendo a su antojo. Y es ahora, cuando el reloj marca, implacable, sus horas.

MANOLO D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el miércoles 13 de enero de 2016