domingo, 3 de enero de 2016

Echando Humo


Vinilo Azul. -

Echando Humo”


Los caminos por los márgenes, por el underground alternativo, podrán resultarles muy bonitos a aquellos que -sentados en su cómodo sillón a prueba de turbulencias vitales- envidian la libertad de acción, el construirse un mundo propio a costa de muchos sufrimientos y renuncias. Verdaderos románticos que tomaron las directrices del punk y su “hazlo-tú-mismo” quedan muy pocos y Pablo Fernández, más conocido como Pablo Humeante, álma máter de los recientemente finiquitados Discos Humeantes y cuarta parte -la más visible- del nuevo sello discográfico Humo, es uno de ellos. Se podría pensar, viéndole con su aspecto algo atolondrado, las gafas de pasta a lo Poch -el legendario vocalista de los míticos Derribos Arias- con arreglos caseros de esparadrapo, en cómo ha podido levantar una discográfica respetada bajo unas directrices claras y concretas. Una vez más nos equivocamos si atendemos a las apariencias: tras ese aspecto despreocupado, uno se encuentra una cabeza bien amueblada, con ideas diáfanas sobre cómo llevar a cabo sus proyectos en un territorio de aguas pantanosas, de cenagales acechantes que han hundido a más de un incauto con ínfulas que se creía experto en navegaciones empresariales complejas.

Los sueños son siempre bonitos y visten muy bien, pero luego llega la realidad para quebrar ilusiones y esperanzas. Aquel momento que Los Enemigos representaron en su canción “Occidente”: cuando tengas que cobrar será ese instante. El caso es que Discos Humeantes salieron adelante y lograron hacerse un nombre más allá del Pajares, además de por su vocación no provinciana, por la personalidad que este asturiano que pasó muchos años en Barcelona, consiguió imprimir. Él, con su olfato, o, mejor dicho, su oído (y también su capacidad de decisión), apostó por perlas incomprendidas como Fasenuova o Las Nurses, músicas nada complacientes pero con gran capacidad de sugestión, que lograron crecer de la mano del propio sello discográfico. Tras una travesía estimulante que dio cabida a propuestas nada convencionales, en formato vinilo, llega el momento de cambiar de nuevo, de dar un giro para no quedarse en la zona cómoda. Quién sabe si para crecer y hacerse más fuerte: Humeantes se transforman en Humo. Pablo Humeante comienza a repartir responsabilidades y opciones vitales más allá de su sola persona. Todo ello en un vibrante período de ocho años. El propio Pablo pasa a moverse en otros ámbitos como la Lata de Zinc. Allí le vemos muchas veces en la taquilla, poniéndonos un sello al entrar a sus conciertos (con esa reminiscencia de discoteca ochentera) o, simplemente, departiendo con el público o gente de alguna de las bandas de su nuevo sello.

Siempre es un placer comprobar cómo gente que hace del riesgo virtud y consigue salir a flote, enriqueciendo la vida cultural de la ciudad, sin alharacas ni presunciones vacías, moviéndose con elegante equilibrio en la cuerda floja de ese intangible que es lo “alternativo”, puede continuar mucho tiempo convirtiendo sus sueños en realidad. Y, al mismo tiempo, haciéndonos partícipes de esas ilusiones y proyectos. Que sigas echando “Humo” como ahora durante mucho tiempo, Pablo Humeante.

MANOLO D. ABAD
Publicado en el suplemento "El Comercio de Oviedo" del diario "El Comercio"