domingo, 14 de febrero de 2016

Días de cine en el Campoamor


Vinilo Azul. -
Días de Cine en el Campoamor”

Leía hace tan solo unas fechas una nueva, pequeña gran noticia para quienes gustamos de un cine en vías de extinción a recuperar en Oviedo: el Teatro Campoamor recuperará su pantalla de cine. Es una buena nueva, otra más, en esta deconstrucción de la ciudad tras el régimen que mandó en ella veinticuatro años y que borró buena parte de la cultura que la animaba. Para quienes no gustamos de grandes superficies, a los que el olor de las palomitas nos produce arcadas y que aún conservamos cierta educación dentro de una sala oscura (nada de conversaciones telefónicas desde el principio hasta el fin de la proyección, ni de patadas en la butaca de delante, ni otro tipo de horribles manifestaciones generalizadas por la burricie dominante en estos últimos años), nada mejor que redescubrir como recinto para el cine el Teatro Campoamor.

Y los recuerdos, claro. Luego están tantos y tantos recuerdos asociados a este emblemático lugar. Y las casualidades de la vida, ahora a un paso mínimo de mi casa. Un lujo. Recuerdos de películas, de muchas películas. Recuerdos de algunas mujeres, pero, sobre todo, de Ella, como no podía ser de otra forma. Acudir a un ciclo sobre Wim Wenders, Ella, con su rizado pelo rojo y aquel abrigo verde, yo con mi gabardina, y no pasar desapercibidos, aunque aquello fuera lo último que nos importase. “El Amigo Americano”, “Paris, Texas” o “Alicia en las ciudades” no recuerdo bien. O un ciclo que se hizo sobre el centenario del cine, que también se desarrollaba en los Clarín. Otro sobre Lucino Visconti. Contemplar la biografía sobre Jimi Hendrix. El ciclo sobre el Oeste. Tantos y tantos que marcaron mi vida y mi formación y que se les negaron a otras generaciones que tuvieron que padecer cómo el Teatro Campoamor sólo se acotaba para esas grandes celebraciones donde primaba más la presunción social que cualquier interés en la cultura. 
 
Tardes que sirvieron para nuestra formación en libertad, para no conformarnos con estrechos círculos, tardes que pulieron nuestro espíritu crítico. En aquellos tiempos sin internet, esos días de cine en el Campoamor eran momentos de verdadero alborozo, aunque quizás entonces no lo supiéramos. Igual que en las noches de jueves en los 90 con los conciertos en el Channel, como tantas otras elecciones que nos llevaron a lo que ahora somos. Recuerdo que cuando entrevisté a Fernando Alfaro -líder de Surfin´ Bichos y Chucho- para mi revista “Interferencias” antes de una actuación de Chucho en el Centro Cultural Cajastur dentro del ciclo “Intersecciones”, me dijo que a los jóvenes de este tiempo les resultaba mucho más difícil que a nosotros, a pesar de tenerlo todo a su alcance. Les faltaba la capacidad para elegir, el criterio ante tanta avalancha de ofertas. Quizás tenga razón el gran Alfaro y ocurra así. En ese caso, el hecho de poder contar con una pantalla de cine en tan magno escenario como el del Teatro Campoamor quizás represente la oportunidad para que el cine, la cultura, entren en sus vidas tal y como ocurrió en su día con muchos de nosotros.

MANOLO D. ABAD
Publicado en el suplemento "El Comercio de Oviedo" del diario "El Comercio" el domingo 14 de febrero de 2016