domingo, 18 de diciembre de 2016

Desnudos

Crónicas de Vestuario. -

Desnudos”


Tenía que aparecer y lo hizo en el peor momento. Ante el peor equipo que ha aparecido por el nuevo Carlos Tartiere en esta temporada. Y tenía que mostrar todas y cada una de las carencias de este equipo. Hemos hablado y nos hemos hartado: este conjunto no juega a nada, carece de iniciativa, es previsible. Bien, o mal. O muy mal. Los resultados satisfacían cierta sensación, venían muy bien para alimentar la ilusión, pero, realmente, eran un espejismo. Un gran espejismo en este oasis. Este once, en su doble embudo, no juega, no tiene creatividad, muestra tales carencias que un débil Córdoba enseña todas y cada una de las múltiples vergüenzas de este conjunto.



¿Hay que volver a recordar todas y cada una de las negaciones a las que se enrosca Fernando Hierro? A la inexistencia de las bandas. Hoy salió Nando y, ¿qué importa si nadie le dobla? Jugamos por el camino más sensato al gol o esperamos como toda esta maldita temporada, a verlas venir, a esperar qué nos dicen los demás. ¿Es ese un equipo que quiere subir? ¿Es ese un equipo líder?



Sólo cuando la desesperación se muestra como un monstruo ineludible, llegan las entradas por banda, pedestres, torpes, tanto como echarlas fuera, sin problemas. Dedicados a la destrucción, y como en la nefasta tarde de ayer, ni siquiera eso, se descubre un once torpe, previsible, siempre previsible, sólo respaldado por unos resultados que hoy le han dado la espalda. Y asistimos a esta despedida: la despedida de las aspiraciones, la despedida de las ilusiones. La despedida, porque viendo este partido no hay lugar para ninguna esperanza.



Vemos el desnudo y las mentiras. Esas que dan tantos puntos y enmascaran la mediocridad. Ese doble embudo incapaz de levantar un partido. Ese doble embudo previsible, aterradoramente previsible. Ese doble embudo, patadón para arriba, tan triste. Tan triste que anula toda ilusión. Por mucho que todos deseemos que funcione. Pero no. El fútbol y sus caminos son, ciertamente, bellos cuando se trabajan los senderos adecuados. Cuando se embolsan en un doble embudo que niega las bandas, que renuncia a la creatividad, que está a verlas venir, nos encontramos con esta miseria, con este absoluto desnudo, con esta sensación, entre el ridículo y la vergüenza. Desnudos, terriblemente desnudos.

MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: J.L.G. FIERROS
Publicado en el diario "El Comercio" el domingo 18 de diciembre de 2016