martes, 12 de septiembre de 2017

El regreso de las fuertes emociones



Crónicas de Vestuario. -

El regreso de las fuertes emociones”


Catorce años después regresaban las más fuertes emociones que puede proporcionar el fútbol: un partido de la máxima rivalidad. Real Oviedo y Sporting de Gijón, frente a frente, cara a cara. Emociones al límite y un empate a uno. Antes, eso sí, la desagradable violencia protagonizada por los ultras rojiblancos: enfrentamientos con la policía a la llegada del autobús... ¡de su propio equipo! Una pedrada contra el autobús del conjunto azul y los insultos de un sujeto no identificado en el túnel de vestuarios del Real Oviedo contra Saúl Berjón (episodio al que apenas se le ha dado cobertura y que me parece gravísimo, ya que la zona mixta ha de ser un lugar sagrado a salvo de cafres y descerebrados).

Una vez sobre el terreno de juego, nervios, muchos nervios, con un Molinón repleto y muchos futbolistas conociendo en sus propias carnes lo que es este partido. El Sporting de Gijón llegaba invicto e imbatido y pretendió una salida en tromba para aprovechar la euforia de su buen arranque liguero. Lo lograron y consiguieron ponerse por delante. El Real Oviedo, mermado por las numerosas lesiones, trató de no descomponerse, de no sucumbir al empuje de los rojiblancos. Consiguieron aguantar el chaparrón hasta que llegara el descanso.

La segunda parte descubrió el “efecto champán” de los pupilos de Paco Herrera, que fueron perdiendo gas de forma evidente, mientras los cambios de Juan Antonio Anquela permitían decantar el encuentro del lado azul. Carlos Hernández dio un primer aviso y Toché -siempre Toché- hacía realidad la igualada en el tramo final ante el delirio de los mil doscientos oviedistas. Le faltó tiempo al Real Oviedo para culminar la remontada ante unos atónitos y cabizbajos rojiblancos que habían ido cediendo terreno de forma evidente ante la incapacidad de su entrenador para cambiar el curso de los acontecimientos.



El once azul volvió a mostrar garra e intensidad. Profundidad en las bandas con un Cotugno que va a más, Mossa -adelantado en el centro del campo, como Johannesson en la jornada anterior- y buenos estiletes para efectuar interesantes combinaciones como Aarón Ñíguez, Saúl Berjón o el recién llegado Yeboah. Se adivina un gran potencial ahí, respaldado por la solvencia de un Ramón Folch cada vez más crecido en la zona central. El centro de la defensa es el que más preocupa, aunque el margen de mejora en todos los aspectos invita a la esperanza. También la capacidad para rehacerse ante situaciones adversas, algo desconocido en el Real Oviedo de la temporada anterior.

Cierto es que la travesía no ha hecho más que comenzar, pero los de Juan Antonio Anquela vuelven fuertes de una de las pruebas más duras, la de un derbi ante un eterno que llegaba invicto e imbatido. En el horizonte, un nuevo líder llega al Tartiere para una nueva verificación de que este equipo sabe levantarse con orgullo y crecer de la mano de un gran entrenador.

MANOLO D. ABAD